La cultura se desayuna a la estrategia
En MAGO, creemos que una de las claves, quizá la más importante para alcanzar grandes metas a nivel de organización, es la cultura basada en valores.
Una cultura con valores es el objetivo más importante dentro de cualquier organización. Si desde un principio se marca el camino, los valores a seguir, la visión, propósito, cómo se debe hacer, de qué forma se motivará a las personas, entre muchas otras preguntas, será una labor más sencilla de lograr de lo que se cree, lo importante será poder enfocarse.
De este modo, todos los miembros del equipo sacarán la mejor versión de sí mismos y encontrarán mayor sentido a su trabajo. De otro modo, el trabajo será solo parte de una rutina diaria que proporciona un sustento para poder vivir.
La primera responsabilidad de la organización es definir qué cultura necesita para lograr los resultados que se ha fijado y, en segundo lugar, diseñar y construirla todos los días, que es una tarea más compleja. La cultura es el “legado” que deja la organización. De esta forma, más allá de quiénes estén a cargo de la empresa, la cultura seguirá estando presente ante los cambios.
La cultura organizacional es como el carácter de una persona; en cambio el clima laboral es como el estado de ánimo. Sin embargo es más habitual que se ponga foco en realizar chequeos de clima laboral, más que trabajar en la cultura misma.
Si quieres cambiar el comportamiento de tus equipos de trabajo, debes empezar por diseñar la cultura organizacional, definiendo los resultados que quieren lograr, el propósito de tener beneficios y el tipo de cultura que va a generar esos resultados. Si esta labor te resulta difícil o inmanejable, es importante contar con la asesoría de expertos, en MAGO contamos con diferentes planes para ayudarte.
Una cultura competitiva es el poder invisible que hace que tus colaboradores dejen de frustrarse, sentirse poco escuchados o que no son parte de la organización, razón que los hace tomar distancia y pierdan el sentido del por qué de su trabajo o aporte.
Aunque no lo creas, es posible que tus colaboradores tengan un impulso por colaborar con el resto para alcanzar los objetivos y trabajen todos los días con una profunda consciencia y claridad de quiénes son (Identidad), hacia dónde van (Visión) y para qué quieren llegar ahí (Propósito).
La nueva cultura se alimenta del “ser”: puedo ser más paciente, puedo ser más sensato, puedo ser más cariñoso, puedo ser más amistoso. El foco está en el carácter.
Siempre que pensemos que el problema está “ahí fuera”, este pensamiento es el problema, porque otorgamos a algo que está fuera el poder de controlarnos.
Trabajar en una nueva cultura, invita a cambiar de dentro hacia fuera, proponiendo un ser distinto, y de esta manera provocar un cambio positivo en lo que está fuera. Muchos pueden decir que si ya es difícil que uno cambie, cambiar a una organización es poco menos que imposible. Pero no es así.
Podríamos plantearnos la siguiente duda: ¿Puede una persona cambiar?
La conducta de una persona tiene una parte genética y otra aprendida. Genéticamente, existe el temperamento, que es una tendencia. Y éste viene de fábrica. Sólo hay cuatro tipos de temperamentos: extrovertido, introvertido, orientado a personas o a tareas. Y haga los cruces que quiera.
Pero en la parte aprendida, que es determinante, aparece el carácter, que se va forjando con la educación, experiencias y enseñanzas. Y es el domador del temperamento.
Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras circunstancias vitales. Debemos subordinar los sentimientos a nuestros valores y principios. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
Con las empresas pasa lo mismo.
Tu cultura acabará siendo el carácter de la organización. La cultura, como su carácter, tiene que ver más con cómo se comportan sus miembros cuando nadie los ve.
Es la templanza con la que las personas se enfrentan, juntos, a la adversidad y salen fortalecidos. Es la autoestima y voluntad de cada uno de sus miembros sumada a la fuerza de la convicción, por seguir adelante a pesar de las dificultades.
Pero no solo es tarea del líder. La magia de la cultura organizacional es que acaba liderando y permeando en todo el equipo. Quienes construyen la cultura son todos los miembros de la organización, con su comportamiento diario.
Y hablando de liderazgo, no de administración. A las personas se les lidera, a los recursos se les administra. Es muy importante aclarar esta diferencia y tenerla siempre presente.
La cultura se construye comportamiento por comportamiento, conversación por conversación, promesa cumplida por promesa cumplida.
Nos jugamos el liderazgo en las conversaciones que tenemos con nuestras personas, tanto como en las que no tenemos. La calidad de nuestra comunicación importa y mucho. Dejar de dirigir y empezar a influir, es dejar de dar órdenes y empezar a inspirar. Y en ese sentido, los primeros que van en la lista son las altas gerencias y el cuerpo directivo, quienes son los que mayor impacto tienen con su ejemplo.
Si la cultura es el conjunto de comportamientos de una organización, estos son los que van a producir los resultados que estás esperando. Peter Drucker dijo: “La cultura se come como desayuno a la estrategia”, ya que la cultura es la que traduce la estrategia en acciones y comportamientos que producen los resultados.
Se puede tener una excelente estrategia pero si tus colaboradores no la operan correctamente, no trabajan como equipo, no se ayudan entre ellos, muy probablemente no se cumplan la metas y resultados que se esperan.
De ahí, que en MAGO insistimos en no parar de trabajar con las personas para que pueda lograr beneficios. Porque cuando alguien de su organización tiene clara su esencia, su trascendencia y misión, le es más fácil construir su cultura personal y de esa forma apoyar para generar la cultura organizacional.
Y para cerrar, llegamos a una breve reflexión: las personas dependientes necesitan de los otros para conseguir lo que quieren. Las personas independientes consiguen lo que quieren gracias a su propio esfuerzo. Las personas interdependientes combinan sus esfuerzos con los esfuerzos de otros para lograr un éxito mayor. Esa es la cultura que permanecerá.